La agencia siria de noticias SANA ha informado este sábado de que 55 camiones cargados con armas, vehículos y dispositivos militares de las fuerzas estadounidenses han dejado el suelo sirio con destino al vecino Irak.
El convoy militar ha entrado a Irak a través del cruce fronterizo Al-Waleed, conocido en Siria como Al-Tanf, uno de los tres cruces fronterizos oficiales entre Siria e Irak, añade.
SANA considera que, sin la autorización del Gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad, es “ilegal” que las fuerzas estadounidenses usen dicho cruce fronterizo.
El llamado opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH) informó el lunes de que más de 500 soldados estadounidenses habían ingresado en Siria, procedentes de Irak, con equipamiento logístico y militar y se habían establecido en la base siria de Qaserki, ubicada en la carretera M4, que une Tal Tamr y Tal Baydar, en una zona entre la ciudad de Qamishli, fronteriza con Irak, y Alepo.
Las constantes entradas y salidas de las fuerzas estadounidenses se producen después de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, ordenara el 20 de octubre, el repliegue de las tropas de Siria. La decisión, que allanó el camino para la ofensiva militar de Turquía en el norte de Siria, no obstante, revivió la esperanza de que los uniformados ya podrían volver a casa, sin embargo, fueron enviados a Irak.
El representante republicano por Michigan, Justin Amash, un correligionario de Trump, ha destacado la contradicción entre lo que dice y hace el mandatario: “Trump dice: Envíen a los soldados de vuelta a casa. Los hechos: Los envía a Irak”, dice.
Bagdad, a su vez, ha expresado su rechazo a la presencia permanente de las fuerzas estadounidenses en suelo iraquí y exigido su salida definitiva. Sin embargo, parece poco probable que EE.UU. abandone para siempre estos países ricos en petróleo y geopolíticamente estratégicos.
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