miércoles, 13 de abril de 2022

Inflación en Estados Unidos augura una recesión en 2023 ¿Cómo afectará a México?

 

El fantasma de la recesión planea sobre Estados Unidos y las implicaciones que tendrá en la economía mexicana podrán afectar la industria de exportaciones, las remesas, las inversiones y el turismo. 

El fantasma de la recesión planea sobre Estados Unidos y las implicaciones que tendrá en la economía mexicana podrán afectar la industria de exportaciones, las remesas, las inversiones y el turismo. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2019, México alcanzó una balanza comercial positiva por $5,362 millones de dólares y en 2020 ésta sumó $34,013 millones; podemos preguntarnos entonces: ¿la recuperación económica de México está en juego?

¿Cómo ocurre una recesión?

Un periodo de recesión es una caída en los índices generales de la actividad de una economía. Técnicamente ocurre cuando hay una contracción en el Producto Interno Bruto por dos trimestres consecutivos. Algunos de los índices que se suman a este, sería un incremento en el desempleo -las previsiones establecen que este subirá en Estados Unidos a 4.9% en 2024- una caída en el consumo, un crecimiento lento de la industria y una disminución de los ingresos reales de las personas. Las recesiones forman parte de las economías modernas, y podríamos llamarles periodos de ajuste. La tendencia hacia una recesión norteamericana, tiene que ver con que existirá una alta demanda, la cual será mayor que el nivel de oferta, en consecuencia, es posible que tenga que disminuir ese nivel de demanda.

Deutsche Bank Research presentó el 6 de abril, sus previsiones sobre la economía norteamericana y espera que en el año 2023 ocurra una recesión debido a múltiples factores que condicionan el panorama actual. Por un lado, aunque Estados Unidos mantenga una de las tasas más bajas de desempleo (marzo 2022: 3.6%), y la población haya gozado de los estímulos al consumo durante la pandemia, esto provocó un efecto inflacionario (8.5% en marzo 2022) que ha elevado los precios en el mercado interno junto con el alza de los energéticos.

En paralelo y como medida de contención, se espera que la Reserva Federal aumente consecutivamente la tasa de interés en tres ocasiones más en 2022, por medio punto porcentual como hizo durante los años 1965, 1984 y 1994 y alcanzar una tasa de interés del 3.5% en 2023. Greg Ip, economista del Wall Street Journal comenta al respecto:

[...]¿cuándo ha logrado la Fed subir la tasa de interés para disminuir la inflación sin generar una recesión? Nunca".

El economista Jan Hatzius de Goldman Sachs también ha hablado en el sentido de que una debacle económica es más que esperada debido entre otras cosas a que las empresas y los consumidores están “llenos” de dinero.

Existe la posibilidad de que las cadenas de suministro salgan adelante y permitan reducir el costo de los productos y regular la oferta y la demanda interna. Actualmente los precios han sido inestables por la pandemia y la invasión de Ucrania. Pero si las cadenas de suministro no recuperan su ritmo, en términos generales, la economía deberá reducir su demanda y con ello podría subir el desempleo y esto siempre ha significado una recesión. Además, la curva de los bonos del Tesoro norteamericano a 10 años tiene una tendencia negativa por primera vez en 14 años, lo que prepara el terreno para afirmar este escenario durante 2023 y 2024.
 
¿Qué opciones tiene la economía mexicana?

México siguió esta tendencia de alza en los precios del índice general, el cual cerró el mes de marzo con 7.45%. De existir una recesión, nuestra dependencia comercial con Estados Unidos podría disminuir la inversión, las remesas y las exportaciones. Ante este panorama, ¿podría México intentar diversificar su mercado? Es evidente que nuestra complementariedad económica con Estados Unidos no podrá revertirse en dos años, pues cerca del 80% de nuestro comercio depende del mercado estadounidense. Como medida de contención, el mercado interno puede hacer frente a esta disminución de la demanda externa, pero no a los niveles que representa el comercio exterior.

Una disminución de la demanda en el mercado norteamericano, se resentirá en la economía abierta de México, sobre todo porque las exportaciones bajarán el ritmo que poco a poco han intentado recuperar a niveles pre pandemia. Podríamos esperar que aquellas de maquinaria pesada, motores, autos y las petroleras y sus derivados disminuyan, así como las que dependen de una complejidad mayor o se encuentran dentro de una dinámica intraindustrial, como celulares, computadoras o carros de trenes. El único sector que no se vería afectado sería la exportación de productos agropecuarios, en específico de frutas y hortalizas siempre que la producción nacional tenga excedentes.

Sobre la industria de la manufactura, sin embargo, debe también considerarse lo siguiente: si la economía entra en recesión, el rebote al crecimiento de la productividad también será pronunciado sobre todo por que en los años 2008-2009, el índice de productividad se recuperó en 5 trimestres, más rápido que el de la economía norteamericana que tardó 7. En este rubro, todo dependerá de las importaciones norteamericanas.

Lo que los especialistas quieren hacer ver es que la economía norteamericana se aproxima al ciclo de ajuste, que liberará presión sobre la economía y el mercado laboral como sucedió con Brasil entre 2015 y 2016: la contracción del PIB per cápita fue de -7% cuando el resto del mundo creció durante esos años; antes de ese evento, Brasil tuvo un crecimiento económico promedio de 2004 a 2014 del 3.7% anual.

Inflación vs. crecimiento

Estados Unidos ha tenido un periodo de desajustes muy variado, con las caídas del PIB per cápita más pronunciadas durante 2008 y 2009, por la crisis financiera de esos años (-0.137% y -2.53%) y en 2020 debido a la pandemia (-3.4%). Entre los años de 2004 a 2020, el promedio de crecimiento del PIB fue de 1.69% anual. Así el caso de México está estrechamente ligado a la contracción y expansión de la economía norteamericana. El crecimiento del PIB de México durante el mismo periodo, fue de 1.60% anual en promedio.

Las políticas macroeconómicas de México, aunque robustas y aprueba de crisis financieras, no garantiza que México pueda mantener un crecimiento en los niveles de demanda interna, sobre todo con el encarecimiento de las materias primas y las cadenas de suministro inestables. Por lo que mientras los costos de los productos sigan al alza, las tasas de interés también elevarán su porcentaje, complicando así el acceso a créditos porque estos serán más caros.

Aunque México haya disminuido su atracción a las inversiones extranjeras, su política de no endeudamiento con las instituciones internacionales fortalece su política económica debido a que el déficit presupuestario no elevará la deuda pública, pues se calcula que ésta disminuya del 51.5% del PIB a 49.7% en 2023. En ese sentido, a escala microeconómica y en el sector privado, evitar endeudarse es una herramienta que permitirá sobrellevar este escenario de recesión. Aun así, entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país que menos ingresos obtiene por fiscalización, pero la organización celebra que su política fiscal sobre las excepciones de impuestos completamente ineficientes en tiempos pasados haya terminado, lo que permitirá al país consolidar un sistema de recaudación para fomentar la inversión pública.

En suma, México depende de la implementación de su política fiscal la cual le permitirá afrontar los próximos años con medidas cíclicas y contracíclicas, incluidas las de una recesión, y esperar el rebote productivo, al tiempo que fomenta el crecimiento interno a través de una mayor inversión pública mientras la economía de su principal socio comercial se ajusta. Para ello, la OCDE ha recomendado al país mejorar las regulaciones de los negocios, fomentar la competencia y la competitividad, reducir el empleo informal y la corrupción y transitar hacia una neutralidad de emisiones de carbono. También dan aviso de que una expansión del acceso al financiamiento, así como a la digitalización de servicios financieros permitirán a México detonar su crecimiento interno.

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