domingo, 30 de diciembre de 2012

¿Está Aumentando el Número de Sismos?



¿El gráfico les sugiere algo? No saquen conclusiones aún. Comencé de esta manera precisamente para demostrar lo fácil que sería caer en un error de interpretación. Sigan leyendo y comprenderán por qué, en realidad, los sismos no están aumentando. Empecemos por el principio: Este gráfico muestra el número de sismos de 3 a 5 grados de magnitud (de leves a moderados) ocurridos cada año desde 1990 a 2005. Los años se muestran en el eje horizontal y los sismos en el vertical (en miles, donde 5K significa 5000).

Pasemos ahora a entenderlo. La línea ascendente indica que la cantidad de sismos con estas magnitudes ha incrementado con el paso del tiempo. Pero, antes de empezar a preocuparnos, preguntémonos el porqué de esta tendencia. Contrario a lo que podrían estar pensando, la respuesta no está en la Tierra sino en el hombre. De acuerdo con las estadísticas del Servicio Geológico de los EEUU (USGS), en 1931 existían en todo el mundo unos 350 sismógrafos, mientras que en la actualidad existen más de 8000 equipos.

Esta "multiplicación" de sismógrafos trae consigo un efecto bastante notorio, y es que mientras más instrumentos existen la cantidad de sismos registrados es mayor, ya que la tecnología los ha hecho cada vez más sensibles, y además la cobertura ahora abarca localidades que no habían sido monitoreadas antes. En pocas palabras, los sismos siguen ocurriendo como siempre, solamente que ahora detectamos más, especialmente los de baja magnitud. De ahí el incremento que muestra el gráfico.

Pero no nos quedemos ahí, si quisiéramos ser más estrictos podríamos argumentar que si bien el aumento de sismógrafos permite una mayor detección de sismos de este tipo, todavía no hemos probado que, aún así, el número general de sismos podría estar aumentando. Muy bien, no podemos probarlo con el primer gráfico, pero hay más para mostrarles.



Ambos gráficos corresponden al mismo periodo de tiempo (1990-2005), y muestran los sismos de 5 a 7 grados de magnitud (moderados a fuertes), y los de magnitud mayor a 7 grados (muy fuertes, terremotos), respectivamente. El eje vertical ya no se mide en miles, sino en valores reales.

Esta vez no se distingue una tendencia definida al aumento (o disminución), especialmente en los sismos mayores a 7 grados, lo cual supone una prueba más que la línea ascendente del gráfico inicial no se debe a causas naturales sino "instrumentales" (por la mayor cantidad de sismógrafos). Pero ahora preguntémonos lo siguiente: ¿Por qué estos sismos no presentan un incremento instrumental, si, como hemos afirmado, ahora existen mejores tecnologías de detección y estamos cubriendo zonas antes no monitoreadas?

La razón es que, al ser de mayor magnitud, estos sismos son sentidos a mayores distancias y con mayor intensidad, lo cual quiere decir que no necesitamos de muchos sismógrafos para detectarlos (aunque sí los necesitamos para hacer un cálculo más preciso y eficiente de la ubicación y magnitud sísmica).

Por tanto, si teniendo más sismógrafos no hemos detectado más sismos de este tipo, como se muestra en ambos gráficos, podemos concluir, en general, que el número de sismos no ha aumentado durante este periodo. Incluso, podemos deducir que la ocurrencia de sismos anual es bastante irregular, sin tendencias definidas al ascenso o descenso, aunque manteniendo un cierto valor promedio (aprox. 1500 sismos/año de 5 a 7 grados, y 15 sismos/año mayores a 7 grados).

Ahora bien, podríamos tratar de ser aun más estrictos y argumentar que el periodo de 15 años empleado para este análisis es relativamente corto, especialmente si tenemos en cuenta que los registros sísmicos datan de varias décadas (recordemos que en 1931 ya existían 350 simógrafos en todo el mundo). Muy bien entonces, pasemos al último gráfico.


Este gráfico corresponde a un periodo mucho más amplio (1900-2005), y muestra sólo los sismos de magnitud mayor a 7 grados (muy fuertes, terremotos). Creo que la evidencia aquí es concluyente. No es posible distinguir una tendencia definida, o para ser más claros, no existe. Se confirma también la marcada irregularidad en la ocurrencia de sismos anual, con extremos tan distantes como el de 41 sismos (en 1943) y el de sólo 6 sismos (en 1986). Según estadísticas del USGS para este periodo, se espera cada año un promedio de 17 sismos de 7 a 8 grados, y 1 sismo mayor a 8 grados.

Cabe remarcar que a pesar de estar tratando con datos antiguos, el número de sismos detectados en este periodo es casi exacto, es decir, la posibilidad de errores de cálculo es muy baja o nula. Esto se debe no sólo a la existencia de sismógrafos desde principios del siglo XX, sino también a la difusión de estos eventos en la prensa, cuya contribución ha sido esencial en los lugares donde no existía cobertura. Después de todo, es muy difícil confundir la ocurrencia de un terremoto, y más específicamente, para los especialistas es posible discernir entre un sismo de 4 o 5 grados y uno de 7 grados o más a partir de la locación, balances de daños y testimonios. De ahí la confiabilidad de la información presentada.

Finalmente, podemos concluir del último gráfico, y en general de todo este análisis, que el número de sismos no ha aumentado ni se encuentra en aumento, al menos para los periodos mostrados. Sin embargo, no sería descabellado afirmar que esta tendencia se ha mantenido y se mantendrá durante varios órdenes más de tiempo (siglos, milenios).

Como detalle adicional, es interesante notar que durante los últimos años la ocurrencia de sismos anual ha disminuido respecto a la de periodos anteriores, pero lamentablemente no podemos hacer deducción alguna de esto. Por tanto, la siguiente conclusión es que no es posible hacer una predicción sobre el número de sismos en años futuros, aunque sí sabemos que ocurrirán y que el número muy probablemente se encontrará dentro del rango de años pasados.

Luego de esta explicación, aún queda una cuestión por tratar, y es aquella que motivó este artículo: ¿Por qué nos parece que la cantidad de sismos aumenta? La respuesta, en mi opinión, está en nuestra percepción. Me explico: Es normal que a partir de la ocurrencia de un sismo (moderado o fuerte) permanezcamos atentos a las réplicas que pueden seguirlo, y despierte nuestro interés por entender estos fenómenos. Hoy en día a través de internet se puede acceder rápidamente y en tiempo real a noticias, artículos, videos, reportes sísmicos, etc. Con toda esta nueva información a la mano, empezamos a notar que a diario ocurren nuevos sismos, no sólo en nuestra localidad sino en todo el mundo (lo cual es de esperarse si consideramos que mundialmente se detectan alrededor de 50 sismos por día, la mayoría leves a moderados).

Tomando en cuenta que muchos de nosotros nunca antes habíamos notado la frecuencia con la que ocurren sismos en el país o el mundo, ya sea por falta de información o acceso a ella, poco interés, o hasta olvido, es lógico (aunque erróneo al fin y al cabo) que nos dé la impresión que algo puede estar pasando, y por tanto asumimos que el número de sismos podría estar aumentando, o que nos encontramos en "temporada de sismos" (otro concepto erróneo, que merece un comentario aparte). Sin embargo, espero con este artículo haberlos convencido de la realidad de los hechos:

Todo está en nosotros, la Tierra sigue siendo la misma (y lo seguirá siendo, al menos por un tiempo).

Esta entrada ha sido actualizada y publicada paralelamente en el portal e-ciencia.com

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