El país enfrenta los efectos de la crisis. La economía mexicana es uno de sus pacientes más graves, pues requiere de un tratamiento urgente, frente al impacto negativo en su recaudación y sus perspectivas de crecimiento.
México ha sido diagnosticado: La emergencia enfermó a su economía y la crisis no tiene sus orígenes en los mercados financieros, sino en una bicho.
“Esta crisis tiene una naturaleza distinta a la que se ha observado en los últimos 30 años. No es financiera, ni especulativa: es un problema de salud pública”, explica José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
El Gobierno Federal prevé que la crisis en México pueda tener una duración cercana a las 12 semanas, aunque esto es incierto.
Especialistas consultados por Forbes México comentan que cualquier estimación estará basada, necesariamente, en la experiencia de otros países que ya van en fases más avanzadas.
“Nadie sabe realmente cómo es que va ir moviéndose el bicho en México. La experiencia en países como China o Corea del Sur nos dice que puede tener un periodo de vida de 12 semanas, pero la realidad es que esto no significa que pueda darse el mismo caso en nuestro país”, comenta el doctor e investigador Alejandro Macías.
“Esta crisis tiene una naturaleza distinta a la que se ha observado en los últimos 30 años. No es financiera, ni especulativa: es un problema de salud pública”, explica José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
El Gobierno Federal prevé que la crisis en México pueda tener una duración cercana a las 12 semanas, aunque esto es incierto.
Especialistas consultados por Forbes México comentan que cualquier estimación estará basada, necesariamente, en la experiencia de otros países que ya van en fases más avanzadas.
“Nadie sabe realmente cómo es que va ir moviéndose el bicho en México. La experiencia en países como China o Corea del Sur nos dice que puede tener un periodo de vida de 12 semanas, pero la realidad es que esto no significa que pueda darse el mismo caso en nuestro país”, comenta el doctor e investigador Alejandro Macías.
Las compañías se preparan para un panorama económico incierto y los esfuerzos del sector privado no serán suficientes, si el gobierno no aplica medidas adecuadas para impulsar la economía.
El impacto para la empresas
En abril de 2009, la paralización dela economía nacional costó un 0,7% del PIB (57 mil millones de pesos), según confirmó la Secretaría de Hacienda.
Ahora, el sector de consumo básico (que incluye a Walmart, Soriana, Supe- rama, Costco y Sams, así como a las principales farmacias) es quien tienen mayor capacidad de mantener a flote su negocio, gracias a la venta en línea.
“El uso de tecnología será importante. La gran mayoría de los retailers ha invertido mucho, y esto ayuda a compensar la disminución de tráfico en las tiendas”, señala Marisol Huerta, analista de Consumo de Ve por Más.
Así, las ventas “fuertes”, que se realizaron a mediados de marzo por las compras de pánico, pueden compensarse con las bajas de finales de ese mes y abril. Julián Fernández, analista de Bursamétrica explica que la afectación mayor la sufrirán tiendas departamentales, como Liverpool o El Palacio de Hierro, y operadores de restaurantes, como Alsea o CMR.
“En tiempos de crisis, lo primero que se restringe es el consumo discrecional, que también es el más sensible a la caída de los ingresos de las personas”, señala Luis Alfonso Alvarado, especialista en Mercado Accionario de Banco BASE.
Impacto fiscal
Las previsiones de crecimiento para el final del año van, desde una caída de 1% en el escenario más optimista, hasta una de 7%. La profundidad del choque dependerá de qué tan grave sea la crisis de salud y la destrucción de empleos.
El gobierno deberá activar herramientas contracíclicas en el terreno fiscal. Sin embargo, no hay mucho margen para aplicar medidas. “Vemos que el escenario más certero se ubicará en una caída de entre 3 y 5%. Habrá que observar las políticas de salud ante la contingencia, pues eso genera confianza”, advierte Gabriela Siller, directora de Análisis de Banco Base.
Durante la anterior crisis, se perdieron 170000 empleos, con una caída de poco más de 5% en el PIB. Esto implica un escenario de una probable pérdida de alrededor de 150000 empleos para la presente crisis.
Ante la destrucción del empleo, la política fiscal es la herramienta más efectiva.
“El impacto en recaudación se verá a partir de marzo y abril; el boquete fiscal estará en función de qué tanto dure la crisis, pues, si la contingencia se alarga más de dos meses y los precios del petróleo se mantienen bajos durante el año, el gobierno puede experimentar serias dificultades financieras”, advierte Héctor Villarreal, director del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
De acuerdo con los cálculos del CIEP, por cada punto que caiga la economía en cuanto a crecimiento del PIB, la recaudación del I-S-R caerá 1%, mientras que la del IVA podría caer entre 1.15 y 1.2%.
“Esto, siempre y cuando no se vea una caída profunda en niveles de 8 o 10%. Ahí, la correlación sería distinta”, señala.
¿Cuál es la ruta a seguir en el plano fiscal? Una vez que el gobierno experimenta estrés en finanzas públicas, se activa un protocolo para obtener recursos. El primer paso es el agotamiento de los fondos de estabilización, seguido por un recorte de gasto y el último mecanismo es recu- rrir al Congreso para ampliar la deuda.
La última opción no resulta descabellada, pues, aunque el gobierno ha señalado la importancia de mantener los niveles de deuda, ser conservadores podría traducirse en un descalabro mayor.
“Tomar un punto o dos de deuda adicional como porcentaje del PIB probablemente pondría nerviosas a las calificadoras de riesgo, pero las pondría más nerviosas ver una caída mayor en el PIB”, dice Héctor Villarreal.
Para Gabriela Siller, la clave estará en cómo se utilice esa deuda. “Tendrían que enfocarse en salvar empleos en los sectores más vulnerables. También es posible destinar recursos a la inversión en infraestructura, lo que tiene efectos inmediatos en la economía”, explica la analista.
Héctor Villarreal coincide, y señala que sería favorable ver que los proyectos “faraónicos”, como el Tren Maya o el Aeropuerto de Santa Lucía, se postergaran en pro de destinar recursos a infraestructura más sencilla.
“Tendríamos que ver una mayor reasignación de gasto a salud. El endeudamiento no es mal camino, pero hacerlo exigiría también una atención prioritaria a la reforma fiscal”, añade el experto del CIEP.
Reactivar la industria
El empresariado espera que las autoridades atiendan su agenda, y proponen un pacto nacional de amplio alcance con estímulos a la producción en 2020, incluidos subsidios a las prestaciones laborales.
En el caso particular del sector automotor, el IDIC llama a impulsar un programa de sustitución del parque vehicular, a la par de créditos para adquisición.
Otras de las medidas consideran la depreciación acelerada de activos y la reducción del impuesto sobre la nómina ante los gobiernos estatales.
En la misma tónica, Enoch Castellanos, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) se suma al llamado para incentivar la compra de los productos hechos en México, especialmente por parte del gobierno.
También se llama a atender las micro, pequeñas y medianas empresas, acelerando el pago a proveedores, mientras la CFE da a las Pymes crédito de 90 días.
El 98% de las empresas de México y más de dos terceras partes del empleo en el país provienen de empresas menores.
Lo que sí es claro, agrega Alejandro Macías, es que, de ninguna manera, la crisis en México durará poco tiempo. “Nadie debe esperar que esta situación dure dos semanas. Su tiempo va ser prolongado y vamos a tener que movernos pensando en esta circunstancia”.
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