Washington sugiere una estrategia “ante las complejas amenazas en nuestro vecindario. Pretenden además “tranquilizar” a los “socios” de Estados Unidos y “contrarrestar una serie de amenazas, entre ellas el narcoterrorismo”.
Ricardo Arenales
El jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, almirante Craig Faller, admitió que su gobierno tiene la intención de incrementar una escalada de militarización en América Latina, antes de finalizar el presente año. Un paso semejante se traducirá en la instalación de nuevas bases militares norteamericanas, dotación de aviones de combate, suministro de armas, entrenamiento de tropas de países aliados y otras medidas semejantes.
La afirmación la hizo el 11 de marzo pasado en el marco de una audiencia ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, donde aseguró que el paso que se propone Washington será una respuesta “ante las complejas amenazas en nuestro vecindario. Pretenden además “tranquilizar” a los “socios” de Estados Unidos y “contrarrestar una serie de amenazas, entre ellas el narcoterrorismo”.
La ubicación de la estrategia en el marco de una lucha antiterrorista fue la antesala de la acusación, unos días después, por parte del fiscal general, William Barr, contra el presidente Nicolás Maduro y una veintena de miembros de la cúpula dirigente venezolana por los delitos de terrorismo, narcotráfico y conspiración, contra los Estados Unidos.
Pretexto intervencionista
De lo que se desprende que la pretendida estrategia de defensa del vecindario, en el fondo no es más que la cobertura militar de una ofensiva en mayor escala contra el proceso revolucionario bolivariano en Venezuela, que parte de la idea de separar del poder a Nicolás Maduro y su entorno, mediante una intervención militar directa a corto plazo.
El jefe del Comando Sur, en su comparecencia ante la Cámara de Representantes, dijo que mientras Rusia, China y Cuba “colaboran” con el gobierno de Venezuela, “las democracias del mundo buscan una forma de conseguirle al pueblo venezolano lo que se merece: una economía libre y próspera”.
En ese sentido, Faller calificó de “histórico” un acuerdo militar de cooperación entre los gobiernos de Brasil y Estados Unidos, suscrito unas horas antes. El pacto, suscrito entre los presidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro, se denomina “Acuerdo de investigación, desarrollo, prueba y evaluación de defensa”.
Industria militar
Previo a la firma de este acuerdo, Bolsonaro se había reunido con Faller y habían abordado una agenda en la que el tema central fue la situación en Venezuela. En materia de ganancias, para dos gobiernos de derecha, cabe anotar que la industria de armamentos fue la principal aportante a la campaña electoral de Bolsonaro, y en compensación, este hizo la promesa de aumentar las inversiones en la industria militar.
Por la parte norteamericana, el Pentágono siempre quiso apropiarse de la tecnología brasileña en la fabricación de turbinas nucleares. Brasil es el único país que utiliza una técnica con energía magnética altamente sofisticada. El país suramericano siempre mantuvo en secreto este procedimiento. Ahora las cosas podrían cambiar con las políticas de ‘cooperación’ tecnológica con Estados Unidos.
Además del acuerdo de cooperación militar, que por su contenido no tiene antecedentes en América Latina, se suman, solo en este año, los ejercicios militares realizados en enero pasado con tropas de Brasil, Colombia y Estados Unidos; los ejercicios militares entre tropas de Estados Unidos y Colombia realizados en La Guajira a comienzos de marzo, la autorización que el parlamento argentino hizo para el ingreso de 5.000 soldados norteamericanos a ese país y la posible autorización del gobierno de Lenin Moreno para instalar de nuevo una base militar norteamericana en Ecuador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario