Nuevas pautas en EE.UU. permiten que se les dejen morir a las personas afectadas que padecen de síndrome de Down, autismo o parálisis cerebral.
En un momento en que Estados Unidos tiene el mayor número de casos, 188 647 afectados y 4059 muertos, se informan que en algunos estados han implementado políticas de racionamiento de suministros médicos.
En este sentido, la organización sin ánimo de lucro ProPublica, con sede en Nueva York, anunció a principios de esta semana que las organizaciones de defensa de la discapacidad han presentado quejas ante el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU, denunciando que las personas con graves problemas mentales no reciben el apoyo de ventiladores.
De acuerdo con las pautas, “las personas con retraso mental grave o profundo, demencia moderada a severa o complicaciones neurológicas catastróficas, personas con problemas neurológicos complejos y también los niños con problemas neurológicos severos, pueden no ser candidatos apropiados en una situación de bajas masivas” para recibir los suministros médicos.
Al respecto, los reportes revelan que Emily Wallace, una mujer de 67 años con síndrome de Down, fue la primera persona en el estado de Georgia en ser diagnosticada positivamente, pero, debido a la falta de necesidades especiales, falleció el 18 de marzo.
Su muerte ha preocupado a los defensores de personas con discapacidades intelectuales por cómo afectará a otros.
La falta de equipo suficiente en Estados Unidos para luchar contra el problema ha creado una situación peligrosa en el país norteamericano, así que varios hospitales amenazaron con despedir a su personal médico si hacen declaraciones acerca de este caso.
La Casa Blanca reconoció el martes la grave situación causada en EEUU, y estimó que hasta 240 mil personas podrían morir en el país por esta causa, algo que, según analistas, se debe a la mala gestión de la situación por el presidente estadounidense, Donald Trump, quien prefiere sus negocios por encima de la salud de su pueblo.
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