El lunes, las fuerzas sirias volvieron a expulsar a los terroristas de Saraqib, ciudad sita en el sureste de Idlib y último bastión terrorista en la autopista M5, que une Alepo y Damasco.
La recuperación de esta ciudad supone una victoria estratégica, pues permitirá reabrir esta vía considerada como una arterial vital de la economía siria. Los grupos terroristas la han mantenido cortada desde hace siete años.
Rusia ha desplegado unidades de su Policía militar para mantener la seguridad de esa autopista e impedir que esta estratégica ciudad vuelva a caer en manos de bandas extremistas que cuentan con el apoyo de Turquía.
Con las tropas rusas dentro de Saraqib, Turquía ya no será capaz de llevar a cabo ataques y bombardeos contra las unidades del Ejército sirio por temor a una confrontación directa con Rusia en Idlib, provincia considerada el último baluarte de los grupos armados y radicales en el país levantino.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha comentado al respecto que espera que los soldados de ambos países no se vean en medio de un choque directo en Siria. “Esperamos poder minimizar absolutamente este riesgo gracias al contacto cercano entre los militares de ambos países”, ha subrayado.
En los últimos días ha crecido la tensión entre las tropas sirias y turcas en Idlib con el derribo de aviones y drones de ambos países y la muerte de decenas de uniformados turcos.
Damasco, que denuncia que Ankara ha violado los acuerdos de alto el fuego en Idlib y condena su presencia ilegal, ha prometido que liberará cada centímetro del país de los terroristas y sus patrones.
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